Este importante festival es único, ya que proviene del hallazgo de más de 5.000 partituras de música sacra escrita durante los siglos XVII y XVIII, esto hace que estos seis pueblos de Chiquitos se conviertan en Patrimonio de la Humanidad. El festival de música de la chiquitania es el mejor y más autentico ejemplo vivo, del encuentro entre culturas. Los indígenas de la zona han preservado impecablemente y han dado continuidad a una manera de tocar totalmente europea.
A fines de 1691 el padre José de Arce y el hermano Antonio Rivas llegaron a esta zona, ellos, en lugar de armas traían instrumentos musicales para facilitar la comunicación con los nativos. El lenguaje de las flautas, violines y cítaras eran la mejor forma de transmitir todas las enseñanzas que llevaban. Fue tan fuerte el impacto que tuvo el lenguaje de la música, que los pueblos de la chiquitanía hicieron suya la cultura musical, como parte de su vida. Hoy en día, cuatro siglos después, la chiquitanía probablemente sea una de las regiones más melómanas de todo el planeta, la música barroca adquirida hace tantos años sigue tan viva como en el siglo XVIII. Las comunidades han adaptado y han mejorado la música con el pasar de los años, combinando estilos e idiomas.
Aquellos jesuitas que nunca imaginaron el impacto que tendrían en la vida de la población, hicieron más que enseñar música. Hoy en día, los pueblos chiquitanos no sólo conservan las partituras y las iglesias, sino también las costumbres, las vestimentas, muchas fiestas y ceremonias. Un dato muy interesante es que todavía fabrican y tocan los instrumentos (violines, flautas y arpas) de la misma manera que sus antepasados lo hicieron siglos atrás. Esto define la frase de cultura y tradición en estado puro.
Cada año par tiene lugar este acontecimiento, y este año será el mayor festival de todos los de su historia.
El festival, que se celebrará entre el 24 de abril y el 4 de mayo, incluye este año 152 conciertos, 22 sedes y cinco estrenos mundiales procedentes de partituras del Archivo Nacional de Sucre y del Archivo Franciscano de Tarija, ciudades del sur boliviano.